Sánchez y los periodista amarrados al pesebre monclovita plantearon las autonómicas gallegas como un plebiscito sobre Feijóo, quien quedaría ‘herido de muerte’ si el centroderecha no llegaban a la mayoría absoluta, y lo que han cosechado es un tremendo batazo y la confirmación de que lo que es bueno para el jefe del PSOE no lo es necesariamente para la banda de caraduras.

Dieron por supuesto que claudicar ante Bildu, ERC y Junts y entregar la llave de la gobernabilidad de España al golpista Puigdemont no tendría la menor influencia en el voto de los gallegos.

La alta participación en los comicios del pasado 18 de febrero - casi un 10% más de lo habitual- demuestra precisamente lo contrario: la gente tenía miedo a que Galicia cayera en manos de los socios locales de ETA y acudió a las urnas para evitarlo.