Supongo que todos ustedes conocen la historia de Incitatus, el caballo de Calígula.
El caprichoso y tiránico emperador, ademas de mantener relaciones incestuosas con sus hermanas y obligarlas a prostituirse, estaba enamorado de su corcel.
Tanto, que mandó construirle una caballeriza de mármol con pesebres de marfil y puso a su servicio a dieciocho sirvientes.
Pedro Sánchez no ha llegado a la locura de nombrar cónsul a un jamelgo, como hizo Calígula, pero coincidiran conmigo en que lleva tiempo poniendo a verdaderas acémilas de ministros y en cargos de relevancia.