Es de coña el sinvivir en que están el PSOE y comparsas con motivo de la boda de José Luis Martínez Almeida y Teresa Urquijo.
Habra algún ingenuo que diga que la asistencia del Rey Juan Carlos al evento le daba un toque político especial, pero no piquen.
Sentado el principio de que el viejo monarca puede hacer en España lo que le salga de las pelotas, lo llamativo -por suicida- es la obsesión de la tropa procree con la estatura del señor alcalde y con su belleza física.
Al margen de que un hortera de 190 centímetros -como Pedro Sánchez- es mucho más ridículo que un señor de 163 -como Almeida- ya me dirán si no hay diferencia y a favor de quien entre un caradura que copió la tesis y a quien escriben los libros y otro que aprobó con brillantez la oposición a Abogado del Estado y redacta sus propios discursos.