Ahora no se utiliza en los medios de comunicación, pero hubo un tiempo en el que raro era el ‘parte’ de Radio Nacional o el telediario en el que sonaba aquello de ‘la pertinaz sequía’.
Los Gobiernos de la época, sin el recurso fácil de culpar al cambio climático, intentaban paliar el daño que causaba en nuestros campos y rebaños la repetición de ese desolador fenómeno natural, alimentado por el omnipresente y puñetero ‘Anticiclón de las Azores’.
Franco, por ejemplo, además de construir hospitales, plantar muchos pinos y promocionar vivienda de ‘protección oficial’, inauguraba de vez en cuando un pantano.
Para producir electricidad y embalsar agua, que se usaba en los regadíos en vez de tirarla al mar.
No voy a restregar por la cara a Sanchez y su cuadrilla que están promoviendo la demolición de esas presas, con la excusa pueril de que hay que devolver las cuencas a su aspecto original y promocionar el canto de la rana, porque quiero centrarme hoy en otra muestra de la persistente estupidez del progre patrio.