Un campensino llamado Juan Diego se le apareció la virgen mientras cruzaba el cerro de Tepeyac, a las afueras de lo que hoy en día es la Ciudad de México. La divinidad se presentó y dijo que construyera una iglesia en su honor. Tras esta revelación, se acercó al obispo de la nueva diócesis de México, Fray Juan de Zumárraga, a quien le suplicó la construcción de este templo, este al no creerle le exigió una señal milagrosa, de este modo, se apareció nuevamente la Virgen de Guadalupe.
Tiempo después, el tío de Juan Diego, Juan Bernardino, enfermó, lo que impidió otro encuentro con la virgen porque tenía que cuidar a su familia. Sin esperarse que al día después se había recuperado. El tío dijo que se reveló ante sus ojos y decidió que fuera conocida como Guadalupe.