En el bullicioso corazón de la ciudad de Nueva York, donde la gente pasaba apresuradamente por la vida sin detenerse a observar el mundo que los rodeaba, dos almas encontraron sus destinos entrelazados de la manera más peculiar. Esta es la historia de Emma y Noah, una historia de amor que desafió las probabilidades y demostró que, incluso en las circunstancias más extrañas, el amor verdadero puede florecer. Emma, una arquitecta ambiciosa, siempre había sido una criatura de rutina y precisión. Su vida giraba en torno a planos, plazos y la sinfonía del paisaje urbano. Rara vez tenía tiempo para otra cosa, y mucho menos para asuntos del corazón. Qué amor, al parecer, era un lujo que no podía permitirse.
Noah, por otro lado, era un apasionado músico callejero. Una guitarra al hombro y una canción siempre en los labios. Su vida fue un lienzo de melodías y momentos. Cada acorde sonó con cruda emoción. Sin embargo, bajo la música llevaba una carga, un secreto que no se atrevía a compartir. Sus caminos se cruzaron una fría mañana de otoño en un andén de metro lleno de gente. Emma, perdida en sus pensamientos, chocó con Noah y su café salpicó sus botas gastadas. El caos resultante fue una cacofonía de disculpas y maldiciones. Pero en ese breve momento sus miradas se encontraron y algo cambió. Cuando las puertas del metro se cerraron, Emma y Noah quedaron parados en lados opuestos del andén, sus vidas corriendo en direcciones opuestas, pero algo había cambiado, una conexión magnética que ninguno podía negar.