Los caminos de la canción de autor son inescrutables.
Tanto que, aunque pueda parecer difícil de imaginarlo, existen puntos ciegos
entre Mikel Laboa y Bon Iver, entre Imanol y Thom Yorke, entre Benito Lertxundi
y James Vincent McMorrow. Esos puntos ciegos son ahora alumbrados por Amorante,
el singular proyecto capitaneado por el elgoibartarra Iban Urizar: un
multiinstrumentista que traza puentes entre la trompeta y el autotune, entre la
canción popular vasca y la indietrónica, entre la amalgama de loops y el free
jazz.
Compartiendo generación con otros renovadores de la
música vasca como pueden ser Anari, Izaro, Aitor Etxebarria o Reykjavik606, la
propuesta de Amorante (significa “amante” en euskera) suena líquida, se
mueve fronteriza entre géneros y tradiciones, suena antigua para los modernos y
moderna para los fundamentalistas de la tradición.
Las figuras que se proyectan en “Bat edo hiru”, el debut
que publica tras varios años dejándose ver como músico acompañando a otros
artistas, nos presenta a una figura sensible, minimalista, que se desplaza
con sinuosidad campo a través de siete canciones que basculan entre la
orfebrería de una canción folk que bebe indudablemente de artistas occidentales
de la generación de Bon Iver, Sufjan Stevens, Volcano Choir o José González;
pero también hace guiños a aquella canción de resistencia vasca de los años ’60
y ’70.
Sencillas pero impactantes suenan piezas de una
delicadeza extrema, y de una construcción híbrida entre el jazz, el folk y la
indietrónica como “Hezugabeak” o “Frank”, a la vez que se permite licencias
instrumentales que lo acercan más al free jazz como “John Cazale” (un homenaje
al icónico actor neoyorquino de los años ’70) o a una performance de zamba doom
con falsete autotuneado (como en “Ama hil zaigu”) o incluso proyectar el
imaginario de la canción vasca de Mikel Laboa o Imanol en canciones como “Juliana”.
Alan Queipo