El sermón, titulado 'Buscada del arrepentimiento', presenta una poderosa llamada a la conversión basada en la soberanía de Dios y la responsabilidad humana, destacando que la muerte de Cristo cumplió las profecías del Antiguo Testamento, como Isaías 53 y los Salmos, donde se revela el sufrimiento del Mesías por los pecados de la humanidad. Aunque el pueblo actuó en ignorancia, Pedro enfatiza que no hay excusa ante la evidencia de la Palabra de Dios, que revela el pecado y convoca al arrepentimiento como el camino para el perdón, la restauración y la presencia de Dios. El mensaje se centra en que el arrepentimiento no es un acto único, sino una postura continua de vuelta hacia Cristo, quien es el profeta anunciado por Moisés y el único mediador que trae tiempo de refrigerio, la eliminación de los pecados y la futura restauración de todas las cosas. A través de la lectura de la Escritura, el sermón muestra que el pecado separa de Dios, pero el arrepentimiento, acompañado de fe en Cristo, restaura la relación y abre la puerta a la vida eterna, recordando que todos, judíos y gentiles, son hijos de la promesa de Abraham y herederos de la bendición mediante la fe en Jesús.