Se nos va de ojo la pregunta recurrente que nos asalta de: ¿por qué los cambios sociales que anhelamos parece que no llegan nunca?, que expresa el anhelo humano de que esos cambios que deseamos se produzcan en el tracto de la propia vida, por el temor a que lleguen cuando ya no estemos aquí.
Pensamiento que nace del sentimiento que tienen las personas de cada generación de ser especiales, respecto de las precedentes o las venideras, del que nace la necesidad agobiante de que la sociedad sea perfecta, ¡ya!, para poder disfrutarla. Idea perniciosa porque el cambio social que deseamos es siempre subjetivo; y porque la sociedad evoluciona en función de un contexto histórico en cada momento, con un fin que se va definiendo a lo largo del tiempo y que nunca derivará en una sociedad perfecta. De ahí que haya momentos de avance social rápido y otros de retroceso. Aceptar la idea de que la vida seguirá sin nosotros, dará mayor y mejor sentido a nuestro propio existir, acabará con nuestras agonías, y nos permitirá disfrutar de los cambios a los que asistimos de una manera mejor y más satisfactoria. ¡Que no se te vaya de ojo!