Pero el airado descontento de Dios estalla a medida que se acumulan actos de desconfianza humana, malas acciones y mentiras, mientras la gente trata de ocultar la verdad con un velo. Pero la realidad básica de Dios es bastante clara. ¡Abre los ojos y ahí está! Al observar detenidamente y reflexivamente lo que Dios ha creado, los hombres siempre han podido ver lo que sus ojos como tales no pueden ver: el poder eterno, por ejemplo, y el misterio de su ser divino. Entonces nadie tiene una buena excusa. Lo que sucedió fue esto: la gente conocía a Dios perfectamente bien, pero cuando no lo trataron como Dios, negándose a adorarlo, se trivializaron hasta la tontería y la confusión, de modo que ya no quedaba sentido ni dirección en sus vidas. Fingían saberlo todo, pero eran analfabetos en cuanto a la vida. Cambiaron la gloria de Dios, que tiene el mundo entero en sus manos, por figuritas baratas que se pueden comprar en cualquier puesto de carretera.