Corre que te corre con un reloj en la mano y diciendo que no llegaba, vio Alicia al conejo blanco que le hizo caer por el agujero que la llevó al país de las maravillas. Y así vamos nosotr@s, corre que te corre. Y, cuando no es nuestro cuerpo el que corre, es nuestra mente. Nos gustaría vivir con más tranquilidad, pero no encontramos el momento de parar y hacerlo (o dejar de hacer). En fin, que no cuento nada nuevo, aunque, como siempre, te invito a probar a respirar conmigo, con consciencia y cariño ante lo que surja. Espero que puedas parar un ratito y que notes la diferencia 🤗🙏🏼.