Transgredir
con respeto, con un pie en la tradición y otro en el futuro. Con esa idea,
Arcángel ha ido ampliando la visión del flamenco durante las últimas dos
décadas, desde que
despuntara en la Bienal de Sevilla a principios del nuevo siglo. Su propuesta,
alejada de los renovadores más rupturistas del nuevo flamenco, no busca tanto
provocar sino más bien ampliar el foco y acercar hacia lo contemporáneo un arte
ancestral.
“Hereje
es el que se olvida de que esto es arte”, dice el artista, nacido en el 77 en Alosno, Huelva.
Toda una declaración de intenciones con un álbum donde acerca su voz a
distintas sonoridades -del pop indie al más jazzero, incluso algo de
electrónica y guitarras rock- con invitados como Juanes, Vanesa Martín,
Andrés Calamaro, Vetusta Morla (Guille y ‘El Indio’), Rozalén, Leiva, Soleá
Morente, Santiago Auserón y el poeta Benjamín Prado. “Para que viva la
espina tiene que vivir la rosa. Una sola cosa, no”, sigue reflexionando el
onubense en la canción que da título al álbum, en la que actúa junto a Calamaro.
Es un
disco que hace apenas una década podría haber sido tachado, quizá, como una
herejía por los aficionados más ortodoxos al flamenco. Sin embargo, con la
brutal, necesaria e inspiradora transformación del género que ha traído una
nueva generación, capaz de mezclar el cante jondo con reggaetón, trap,
electrónica experimental o lo que se les ponga por delante, el ejercicio que
propone este álbum ya no resulta tan llamativo, lo cual no quiere decir que no
sea interesante.
José
Fajardo