Wirecard era la promesa tecnológica de Alemania: una empresa de pagos digitales que deslumbraba a los inversores y que, en 2018, superó en valor a Deutsche Bank. Pero todo era una farsa. Dan McCrum, periodista del Financial Times, sospechó de sus cifras y, tras una investigación de años, descubrió que casi 2.000 millones de euros en efectivo eran ficticios.
Lo más escandaloso no fue solo el fraude, sino la protección institucional: el regulador financiero alemán (BaFin) persiguió al periodista en lugar de investigar a la empresa. Wirecard usó amenazas legales, campañas de desprestigio y una red internacional de testaferros para mantener la mentira, mientras el mercado y el Gobierno cerraban los ojos.
En 2020, todo se vino abajo. El CEO fue detenido, el director financiero se dio a la fuga y Wirecard se declaró insolvente. El caso dejó en evidencia la fragilidad de la supervisión financiera europea y confirmó algo fundamental: sin periodistas dispuestos a incomodar, el fraude encuentra terreno fértil para crecer.
Fuentes: Financial Times, Reuters, Süddeutsche Zeitung, Informe Parlamentario Bundestag 2021.