A principios de los años 60, EE. UU. sufría un estancamiento económico preocupante: bajo crecimiento, desempleo elevado y dudas sobre la dirección fiscal del país. En 1962, el presidente John F. Kennedy propuso una solución que muchos consideraban arriesgada: bajar los impuestos para estimular la economía, incluso si eso significaba reducir temporalmente los ingresos del Estado.
La idea se plasmó en la Revenue Act de 1964, que rebajó significativamente los tipos marginales del impuesto sobre la renta y la carga sobre las empresas. Contra todo pronóstico, la estrategia funcionó: el PIB se disparó, creciendo más del 5 % anual durante varios años; el desempleo cayó por debajo del 4 % y, en lugar de caer, la recaudación fiscal aumentó gracias al crecimiento general de la economía.
Kennedy describió su política como “un estímulo para el crecimiento, no para el déficit”. El tiempo le dio la razón. Su apuesta transformó la economía estadounidense y se convirtió en una referencia clave para futuras reformas fiscales orientadas al crecimiento.
Fuentes: JFK Library, Wikipedia, AEI, Investopedia, MarketWatch.