Pablo se despide de la comunidad de Éfeso y les transmite sus inquietudes y deseos, así como los exhorta a permanecer firmes antes las dificultades y problemas, animándolos a ser generosos y estar siempre en manos de Dios. El evangelio de Juan sigue desarrollando el contenido de la oración sacerdotal de Jesús, en la que nos desafía a acoger el amor de Dios que nos consagra y nos compromete a presentar una alternativa de vida al mundo, desde la verdad que es Cristo. ¡Maestro, no dejes de interceder por los tuyos que luchamos por construir tu Reino en este mundo!