Oseas nos recuerda la terquedad del ser humano que vive alejado del amor de Dios y no está dispuesto a cambiar: importa lo que él dice. El problema es que se van creando realidades de injusticia, donde hay personas maltratadas y abatidas. Son fieles al culto, pero llenos de idolatría y maldad. Jesús, en el evangelio, aún dolido por lo que se dice de él, hace que las personas recobren una nueva mirada y un nuevo lenguaje, y por ello, predica con verdad y cura sin pedir nada a cambio. ¡Señor, que podamos ayudar para que nadie se pierda en el camino y no nos permitas salir del amor que nos revelas cada día!