Aspirar a una vida santa no significa huir del mundo, sino transformarlo desde dentro. En palabras de San Josemaría Escrivá: “Allí donde están tus hermanos, allí donde están tus aspiraciones, tu trabajo, tus amores, allí está el sitio de tu encuentro cotidiano con Cristo.”
Hoy, más que nunca, el mundo necesita santos: personas alegres, auténticas, valientes. No santos de estampita, sino testigos vivos del amor de Dios.