La noche del 9 al 10 de agosto de 1977, el gallego José Domínguez Saavedra se ocultó en la Catedral de Oviedo y cuando cerró sus puertas salió de su escondite, robó los cepillos y entró en la Cámara Santa, quedando deslumbrado por el brillo de la reliquias. Robó y destrozó tres símbolos de Asturias: la Cruz de los Ángeles, la Cruz de la Victoria y la Caja de las Ágatas. El “brutal ataque” enfureció y conmocionó a partes iguales a la sociedad asturiana. Fue el único condenado, a dieciocho años de cárcel, pero quizá no actuó solo...