El Sevilla volvió a tropezar en un escenario grande. Lo hizo en el Metropolitano, donde el Atlético apenas tuvo que subir una marcha para imponerse con claridad. Lejos queda ya aquella victoria frente al Barcelona, que parecía abrir una ventana a la esperanza. El duelo fue plano y sin alma. No hubo personalidad, ni intimidación, ni señales de un grupo capaz de competir de tú a tú con un rival de nivel Champions.

La primera parte ofreció un guion reconocible. Inicio digno, algo de intención, posesiones limpias y una chispa fugaz de atrevimiento. Después, la nada. El Sevilla se desvaneció en cuanto el ritmo rojiblanco se estabilizó. Ningún arreón, poca agresividad, escasa precisión y menos convicción. Almeyda apostó por una zaga de cuatro con el regreso de Azpilicueta, pieza clave para ordenar al equipo desde atrás. El navarro, fiel a su carácter, acortó plazos para estar listo, como también lo hizo Batista Mendy en el centro del campo.

El plan inicial se fue descomponiendo mientras el Atlético imponía oficio, intensidad y un fútbol tan práctico como eficaz. Nianzou, reapareciendo tras lesión, falló en una salida que desembocó en el primero. Marcao, en una acción marca de la casa, despejó a ninguna parte para regalar la sentencia. El marcador fue creciendo sin que apareciera respuesta. En el siguiente podcast, los periodistas Miguel Ángel Chazarri, Lucas Haurie y Alejandro Luna analizan un partido ganado claramente por los colchoneros.