La inocencia es una llama que habita en nuestro interior y se comunica
con nuestro espíritu más puro y cándido. En cada encarnación baja una
parte de esta llama para experimentar desde cero la luz Divina
encarnada, para sentir la pureza desde otra nueva experiencia vital,
para usar esa energía para crear, jugar, amar, descubrir, desarrollar la
originalidad, la versatilidad, la innovación, la dulzura, para saber
entregar y recibir sin egoísmo, sin prejuicios, sin límites, para ver
al otro desde su luz y verdad.