Todavía habrá quien quiera cuestionar las inevitables
conexiones que existen entre los distintos géneros musicales. Aún recuerdo
quien ponía en cuestión las relaciones entre el rock (y la cultura rock en
general) y la música electrónica, desde su expansión en los años ’80 y ’90.
Afortunadamente, proyectos como ATR demuestran la absoluta sinergia que existe
entre el rock y la electrónica más pistera.
El trío brasileño, cuyas siglas han acabado por comerse
el nombre original (Aeromoças e Tenistas Russas) con el que comenzaron hace
casi una década a proyectar una absoluta comunión entre una electrónica que
bascula entre la synthwave europea de Kavinsky, M83 o Chromatics, el acid house
de Madchester, el after-disco de Daft Punk y aquella mágica generación
electroclashera a la estela del sello Ed Banger y grupos como Simian Mobile Disco
o Justice; y, a la vez, todo el bagaje heredado de una cultura rock que va
desde el kraut más mecánico al glam-rock más esteticista o el rock progresivo más
recto.
Tras tres EPs y dos álbumes largos, la banda brasileña
presenta su repertorio más lúcido, brillante y coral: nueve canciones con
colaboraciones de artistas de distintos puntos del globo terráqueo, que los
ayudan a alimentar un universo que, sin perder de vista esos dos puntales que
confluyen en una suerte de rocktrónica empapada de groove,
abre caminos que los llevan a explorar nuevos territorios sonoros.
Tanto cuando lo hacen cerca de texturas hip-hop (“Like a
Bamboo”, junto a Billy Pilgrim), como de una electrónica africanista y jazzera
(“No Diskriminasyon”, junto al haitiano Vox Sambou), del dub más lisérgico (“Batom”,
junto a la bahiense Luedji Luna), del electroclash casi latin-punk (“Qué Tá
Mirando?”, junto a la dominicana Carolina Camacho), del after-house más pistero
(“In My Stereo” o la casi reggaetonera “Corazón”, junto a la argentina Michu; o
la instrumental “Mundi”) o el del groove del disco-funk más daftpunkero, ATR
demuestran tener capacidad para relanzar una electrónica panorámica, horizontal
y dispuesta a unir bajo su seno tradiciones, voces y ritmos con un único
objetivo: que todo el globo terráqueo menee el cucu.
Alan Queipo