Jacob tenía una historia de andar corriendo. Huyó de la responsabilidad. Huyó de los líos que hizo. Huyó de las luchas que él creó. Él corrió, corrió, corrió. Corrió constantemente. Dios dijo, ¡Voy arreglar eso! Vas a cojear el resto de tu vida. Basta de correr, Jacob.