Resulta cuanto menos curiosa la frialdad que parece
transmitir Bad Gyal y, a la vez, el espíritu calenturiento que orbita
constantemente en prácticamente todas sus canciones. A estas alturas ella
debería dejar de verse como una ‘promesa’, y “Warm Up”, su nuevo disco, nos
plantea más preguntas que respuestas.
Más allá del doble juego entre la idea de “calentamiento”
más erótico y el de “calentamiento” como avanzadilla de algún álbum más grande
que podría llegar a publicarse, ¿es lo mejor que puede dar la artista
catalana en lo que a conquista del pop urbano global se refiere?
El nuevo EP largo o LP corto de Alba Farelo no solo es
una recopilación de los singles que ha ido publicando los últimos meses a modo
de intentos de colarse en la agenda pop global tras posicionarse en sus inicios
como una suerte de reina del dancehall mediterráneo; sino que “Warm Up”
también intenta colocar una narrativa diferente a las que proyectó en “Slow
Wine” y “Worldwide Angel”, los dos ejercicios previos que la convirtieron
en uno de los nombres más singulares y con mayor proyección global del urban
estatal.
Sin embargo, esa frialdad a la que hacía referencia al
inicio de la reseña, y que es marca de la casa de Bad Gyal (esa manera de
cantar sin gesto, casi como una autómata sexy), también se transmite en las
ocho canciones y apenas veinte minutos de duración de su nuevo lanzamiento.
Sí, hay melocotonazos de oro (como “Blin Blin”, “44”
y “Judas”) que superan a muchos de los hits de las grandes divas del pop urbano
latino como Karol G, Cardi B, Natti Natasha o Becky G; hay colaboraciones de
alcance global (Rauw Alejandro o KHEA, sobre todo); y hay también algún que
otro intento de preservar la frescura de sus inicios (“Aprendiendo el sexo”) o
de explorar nuevas texturas de producción (“Pussy” o “Iconic”); pero lo
cierto es que da la sensación de que la catalana juega a medio gas, guardándose
cartas bajo la manga, cuando debería haber puesto toda la carne en el asador para
convertirse en la nueva referencia del género en habla hispana a escala global.
Alan Queipo