Uno de mis propósitos para 2023 es huir de la dictadura de
la inmediatez que nos obliga, a quienes trabajamos en torno a la cultura
contemporánea, a consumir con voracidad los nuevos lanzamientos. Un mecanismo
demencial sin freno enemigo de la pasión y el disfrute. 2022 fue un año de
una cosecha tan generosa y de calidad entre los nuevos discos de Iberoamérica,
que vale la pena recuperar algunas de las grabaciones que no pudimos comentar
por aquí. ‘Neon Colonialismo’ de Batida es, sin duda, una de ellas.
En esa fascinante escena de Lisboa que conecta las nuevas
tendencias de la música electrónica en las grandes ciudades de Europa con los
ritmos de la diáspora africana (en el caso de la capital portuguesa, en
especial desde Angola y Cabo Verde, además de la conexión con Brasil al otro
lado del Atlántico), el nombre del productor y artista
multidisciplinar (su propuesta engloba música, baile, radio y artes visuales) Pedro
Coquenão aka Batida juega un papel esencial desde que publicó sus primeros
trabajos hace más de una década.
Admirado por Gilles
Peterson, su presencia en mercados y ferias como Womex y Eurosonic,
junto al impacto de grabaciones como su colaboración con Konono Nº1 de 2016 o
el proyecto IKOQWE de 2021 le han convertido en una figura de culto, un
creador fascinante que dialoga con las heridas del colonialismo y teje puentes
a través de la cultura, todo ello con un cóctel donde no faltan el sentido del
humor y un ritmo despiadado y contagioso, imposible de no bailar.
José Fajardo.