Estos alimentos son el don del universo entero: de la tierra, del cielo y de mucho y duro trabajo. Que vivamos de manera que seamos merecedores de esos alimentos. Que comamos sólo los alimentos que nos nutran y prevengan las enfermedades. Que aceptemos estos alimentos para la realización del camino de comprensión y amor» uno come de otra manera… De un modo mucho más profundo, real, sagrado y nutritivo… Pues cuerpo, mente y espíritu se alimentan en esa mesa convertida en altar.
No es preciso ser creyente, basta con ser consciente.
Empieza estando bien presente en la mesa, y después ve extendiendo esa experiencia a otros instantes de tu vida cotidiana: al caminar, al prepararte para estudiar o trabajar, al hablar con tu mujer, al besar a tus hijos, al dar una limosna…