¡No, Águeda! ¡Tienes que caminar lentamente, balanceándote!-
- ¡Nacho! ¡No la jales, tienes que ir al mismo ritmo de tu viejita!-
A puertas cerradas y con un sofoco húmedo propio del purgatorio, mi tía Kitita tenía el alma puesta en el ensayo de tan esperado evento, uno que llevaba más de 3 meses preparándose.
¡No, Águeda! ¡Tienes que caminar lentamente, balanceándote!-
- ¡Nacho! ¡No la jales, tienes que ir al mismo ritmo de tu viejita!-
A puertas cerradas y con un sofoco húmedo propio del purgatorio, mi tía Kitita tenía el alma puesta en el ensayo de tan esperado evento, uno que llevaba más de 3 meses preparándose.