Tras la partida de mi tío Daniel, comprendí el verdadero valor de pertenecer. En esta reflexión hablo sobre la necesidad humana de tener vínculos reales, de cultivar amistades y comunidades que nos acompañen. Nadie debería estar solo; todos necesitamos un lugar donde sentirnos parte.

Hoy despido a mi tío Daniel, un hombre que dejó huellas de amor en cada caja y en cada recuerdo que enviaba desde lejos. Esta reflexión es un homenaje a él y una invitación a valorar a nuestros familiares mientras están vivos, a no dejar los abrazos ni las llamadas para después.

Hay gente que no apuesta por ti, apuesta a que fracases. En esta reflexión hablo sobre cómo transformar la duda y la crítica en combustible para seguir avanzando. A veces, la mejor respuesta no es discutir… es durar.

La gratitud no se trata de grandes logros ni de lujos, sino de aprender a valorar lo que ya tenemos: un plato de comida, un abrazo, una llamada. En este episodio reflexiono sobre cómo agradecer lo pequeño cambia por completo la manera en que vivimos.

Hay trabajos, proyectos e incluso relaciones que nos cuestan demasiado caro: nos roban la paz. En esta reflexión hablo del verdadero valor de la tranquilidad, incluyendo la paz que puede darte —o quitarte— una pareja.

Hay amistades que parecen reales, pero esconden maldad: celebran tus logros a medias y no quieren verte crecer más que ellos. En este episodio reflexiono sobre cómo identificar una amistad auténtica y cuándo solo es compañía disfrazada.

A propósito de una foto con mis hijos, reflexiono sobre lo que realmente hace perfecta a una familia. No se trata de cumplir un molde, sino de ofrecer amor, cuidado y valores que ayuden a los niños a crecer seguros y felices.

Inspirado en el trend de las flores amarillas, reflexiono sobre si estamos criando hijos para ser espectadores o protagonistas de su vida. Al final, la decisión es nuestra: mirar o actuar.

Inspirado en Michael Jordan, reflexiono sobre por qué tu éxito no depende de la suerte ni de otros, y cómo las críticas pierden fuerza cuando sigues ganando. El verdadero éxito no se presta, se demuestra con consistencia.