El cristiano, el creyente el que ha aceptado al Señor Jesucristo como su Salvador ya ha recibido toda bendición espiritual. Nuestra vida está segura en las manos de Dios. Nuestras finanzas, familia, hijos, empleo, salud, están aseguradas bajo esa bendición. Sin embargo, a nuestros ojos vemos que algunos son más bendecidos que otros. Eso nos parece. Algunos reciben mayores bendiciones económicas que otros, logran mejores trabajos con mejores sueldos que otros cristianos que en ocasiones pasan por limitaciones, por pruebas económicas. Algunos cristianos tienen hogares muy lindos donde mora la fidelidad, la felicidad, el amor entre los esposos, mientras que hay otros hogares de cristianos que sufren el divorcio. Cómo explicar esto en el contexto de las bendiciones de Dios. Tener la bendición de Dios no significa que el cristiano no tenga que hacer nada, que no se tenga que esforzar o que no tenga que cambiar o ejercer dominio propio. La bendición divina precisamente nos capacita para tener la victoria, para saber qué hacer, para vivir con sabiduría y dominar todas nuestras debilidades y ser capaces de enfrentar los retos de la vida.