Share Cada vez Me Equivoco Mejor
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By Grace Galan terapeuta
The podcast currently has 78 episodes available.
El vacío: Si queremos que algo del exterior nos haga felices, no estamos siguiendo la ley cuántica. Estamos dependiendo de lo de fuera para cambiar lo de dentro. Si creemos que en cuanto tengamos el dinero para comprar más cosas seremos de lo más felices, lo estamos viendo al revés. Tenemos que sentirnos felices antes de que la abundancia aparezca en nuestra vida. ¿Y qué ocurre si los adictos no pueden aumentar su dosis? Se sienten más enojados, más frustrados, más amargados, más vacíos. Quizá prueben otros métodos: añadiendo el juego a la bebida, o las compras a la televisión y a las películas como válvulas de escape. Pero al final nada les bastará. Los centros del placer se habrán recalibrado a un nivel tan alto que cuando el mundo exterior no les provoca ningún cambio químico les parece que no pueden disfrutar con las cosas más sencillas. La cuestión es que la verdadera felicidad no tiene nada que ver con el placer porque depender de cosas tan estimulantes para sentirnos bien sólo nos aleja de la auténtica dicha. El mayor vacío: la adicción emocional: Al pensar en este vacío, seguramente te has dicho: Claro que escondemos a los demás nuestros miedos, inseguridades, debilidades y el lado oscuro. Si les diéramos rienda suelta expresándolos, seguramente nadie se ocuparía de nosotros; nos dejarían solos, cuidándonos de nosotros mismos. En cierto sentido, es verdad. Pero si queremos ser libres debemos afrontar nuestro verdadero yo y sacar a la luz este lado oscuro de nuestra personalidad. No intentes analizar los episodios del pasado validando las emociones memorizadas que ya forman parte de tu personalidad. Aunque los analices, no resolverás tus problemas mientras sigas atrapado en esas emociones. Observar la experiencia o revivir el episodio que creó el problema tan sólo te hará volver a sentir las mismas antiguas emociones y te dará una razón para sentirte igual que siempre. Cuando intentas resolver tus problemas con el mismo estado mental que los creó, te limitas a analizarlos disculpándote por no cambiar nunca. Es mejor que trates de desmemorizar las emociones que te limitan. Un recuerdo sin la carga emocional se llama sabiduría. Es entonces cuando puedes observar objetivamente un episodio del pasado, contemplarlo y ver quién estabas siendo, sin el filtro de esa emoción. Si intentas desmemorizar el estado emocional que te provocó, podrás vivir, pensar y actuar sin las limitaciones o las trabas de ese sentimiento. Reducir e incluso eliminar el vacío entre quien somos y quien aparentamos ser es seguramente el mayor reto de nuestra vida. Tanto si lo llamamos vivir con autenticidad, superar nuestras propias limitaciones o «lograr» que los demás nos acepten tal como somos, es algo que la mayoría deseamos. El cambio —cerrar el espacio del vacío— debe empezar dentro de nosotros. Como ya sabes, una de las habilidades más importantes que necesitas adquirir para crecer interiormente es la autoconciencia/autoobservación. Cuando medites observarás el estado emocional negativo que tanto te ha impactado en tu vida. Reconocerás el principal estado de tu personalidad que motiva tus pensamientos y conductas para conocer íntimamente todos sus matices. Con el tiempo, usarás este poder de la observación para desmemorizar ese estado emocional negativo. Así entregarás esta emoción a una mente superior, cerrando el vacío entre quien eres y la imagen que has estado dando al mundo. Ten en cuenta que no basta con advertir cómo has estado pensando, sintiendo y actuando. En la meditación tienes que ser más activo. También debes decirte la verdad. Sé sincero y revela lo que has estado ocultando en ese rincón oscuro del vacío. Sácalo a plena luz del día. Y cuando veas lo que te has estado haciendo a ti mismo, tendrás que contemplar ese desastre y decir: Esto ya no me beneficia para nada. Ya no me sirve. Esto no es quererse. Y decidir entonces ser libre.
Los tres cerebros: de pensar a actuar y a ser: Las propiedades de la neuroplasticidad (la capacidad del cerebro de renovarse y crear nuevos circuitos a cualquier edad mediante los estímulos del entorno y nuestras intenciones conscientes) son tan grandes que nos permiten crear un nuevo nivel de mente. En cierto modo,
Ve más allá del cuerpo: Cada vez que tienes un pensamiento se da una reacción bioquímica en el cerebro, generas sustancias químicas. Cuando el cuerpo recibe estos mensajes químicos del cerebro, responde al instante activando una serie de reacciones que coinciden con lo que el cerebro está pensando. Acto seguido el cuerpo le envía al cerebro un mensaje confirmándole que ahora se siente exactamente como el cerebro está pensando. El bucle de los pensamientos y sentimientos: cuando tienes distintos pensamientos, los circuitos del cerebro se activan en sus correspondientes secuencias, estructuras y combinaciones, que a su vez producen estados mentales afines a estos pensamientos. En cuanto se activan estas redes de neuronas en particular, el cerebro produce sustancias químicas con una huella que coincide con estos pensamientos para que te sientas de forma parecida a lo que estás pensando. Por lo tanto, cuando tienes pensamientos positivos de agradecimiento, amor o alegría, produces sustancias químicas que te hacen sentir de maravilla, lleno de amor o alegría. Lo mismo sucede con los pensamientos negativos, temerosos o impacientes. En cuestión de segundos empiezas a sentirte negativo, preocupado o impaciente. Un estado del ser significa que nos hemos acostumbrado a un estado mental-emocional, a un modo de pensar y de sentir, que se ha convertido en una parte de nuestra identidad. Describimos quién somos basándonos en cómo pensamos (y sentimos) o existimos en el momento presente. Estoy enojado; estoy sufriendo; estoy inspirado; soy un inseguro; soy negativo... Pero pensar y sentir igual que siempre durante años, y pensar de acuerdo con esos sentimientos (el hámster en la rueda), crea un estado memorizado del ser en el que afirmamos tajantemente, como si ya no pudiéramos cambiar: Yo soy. Significa que ahora ya nos definimos como este estado del ser. Nuestros pensamientos y pensamientos se han fusionado. ¿Por qué nos cuesta tanto cambiar? Imagínate que en la vida hayas tenido algunas experiencias muy duras que te han hecho sufrir. Estos recuerdos siguen provocándote una reacción emocional relacionada con una persona en concreto de un lugar y una época de tu vida. Has estado pensando en el pasado lo suficiente y estos recuerdos afloran a tu mente incluso de manera automática. Imagínate ahora que durante más de veinte años has estado pensando y sintiendo, sintiendo y pensando en el sufrimiento. Ahora, para sufrir, ya no necesitas pensar en el episodio del pasado. Te resulta imposible pensar o actuar de distinta manera a lo que siempre estás sintiendo. Has acabado memorizando el sufrimiento con tus pensamientos y sentimientos recurrentes: el relacionado con aquel episodio y con otros de tu vida. Tus pensamientos sobre ti y tu vida están condicionados por los sentimientos de victimización y autocompasión. Los mismos pensamientos y sentimientos que has estado teniendo durante más de veinte años han hecho que tu cuerpo recuerde la sensación de sufrimiento sin darte cuenta. Ahora esto te parece de lo más natural y normal. Es quién eres. Y siempre que intentas cambiar algo de ti, es como si volvieras al punto de partida. Vuelves a ser el mismo de siempre. Lo que la mayoría de la gente no sabe es que al pensar en una experiencia con una fuerte carga emocional se activan en el cerebro las mismas secuencias y estructuras del pasado. Y al activarse, las redes neurales de esos circuitos se consolidan cada vez más. También se duplican las mismas sustancias químicas liberadas en el cerebro y el cuerpo (en diversos grados), como si en ese momento estuvieran viviendo de nuevo aquella experiencia del pasado. Estas sustancias químicas hacen que el cuerpo memorice aún más la emoción. Tanto los resultados químicos de pensar y sentir, y sentir y pensar, como las neuronas activándose y conectándose juntas hacen que la mente y el cuerpo activen una serie limitada de programas automáticos.
Ve más allá del entorno: Quizá te preguntes: ¿Cómo puede mi mente influir en situaciones importantes para cambiar mi vida? ¿Cómo puedo yo colapsar electrones en un acontecimiento llamado la nueva experiencia futura que deseo vivir? No me sorprendería si también dudaras de tu capacidad para crear experiencias reales en el más amplio mundo de la realidad. Si tienes alguna duda, me gustaría que te plantearas la posibilidad de que tu modo de pensar afecta directamente tu vida. Si tienes los mismos pensamientos y sentimientos, seguirás creando la misma realidad de siempre Si puedes aceptar este paradigma como una posibilidad, por lógica tendrás que aceptar que lo siguiente es posible: para crear en tu mundo personal algo distinto de aquello a lo que estás acostumbrado, debes cambiar tu rutina diaria de pensar y sentir. De lo contrario, si piensas y sientes siempre igual que el día anterior y el otro que lo precede, seguirás creando las mismas circunstancias en tu vida, y te generarán las mismas emociones de siempre, lo cual te condicionará a pensar «de acuerdo con» esas emociones. Para cambiar, ve más allá del entorno, el cuerpo y el tiempo: La mayoría de la gente se centra en la vida en tres cosas: su entorno, su cuerpo y el tiempo. Además de centrarse en estos tres elementos, piensan de acuerdo con ellos. Pero para dejar el hábito de ser el mismo de siempre, debes pensar mucho más allá de las circunstancias de tu vida, trascender los sentimientos que has estado memorizando en tu cuerpo y vivir en una nueva línea del tiempo. Tus recuerdos moldean tu mundo interior: Nuestras relaciones con los demás, la variedad de cosas que poseemos y conocemos, los lugares visitados y en los que hemos vivido en distintos momentos de la vida y la infinidad de experiencias vividas a lo largo de los años han ido configurando la estructura de nuestro cerebro. Incluso la inmensa serie de acciones y conductas que hemos memorizado y realizado repetidamente a lo largo de la vida están grabadas en los intrincados pliegues de nuestra materia gris. Todas las experiencias personales que hemos tenido con la gente y las cosas en distintos lugares y momentos se reflejan literalmente en las redes de neuronas (células nerviosas) del cerebro. ¿Cómo llamamos colectivamente a estos «recuerdos» de las experiencias que hemos tenido con las personas y las cosas en distintos lugares y momentos de nuestra vida? Nuestro entorno exterior. Como tus pensamientos determinan tu realidad, si sigues teniendo los mismos pensamientos de siempre (que son producto y reflejo de tu entorno), seguirás creando la misma realidad día tras día. Tus pensamientos y sentimientos coinciden exactamente con tu vida exterior porque es tu realidad exterior —con todos sus problemas, condiciones y circunstancias— la que está influyendo en cómo piensas y te sientes en tu realidad interior. Cómo adquieres el hábito de ser el mismo de siempre: Debido a esta habituación neural, las dos realidades, la de la mente interior y la del mundo exterior, parecen volverse casi inseparables. Por ejemplo, si no dejas de pensar en tus problemas, tu mente y tu vida se fusionan. Coloreas el mundo objetivo con las percepciones de tu mente subjetiva y estás moldeando siempre la realidad. En cierto modo, has adquirido el hábito de ser el mismo de siempre, eres esclavo de tu entorno. Tu forma de pensar va a la par con las condiciones de tu vida, y, por lo tanto, como observador cuántico, estás creando una mente que solamente refuerza estas circunstancias en tu realidad. Todo cuanto estás haciendo es reaccionar a tu mundo exterior, conocido y que no cambia. La neurociencia ha demostrado que cambiamos nuestro cerebro —y por lo tanto de conductas, actitudes y creencias— al pensar de distinta manera. Por medio del repaso mental (imaginar repetidamente que realizamos una acción), los circuitos del cerebro se reorganizan para reflejar nuestros objetivos.
Recibimos lo que enviamos La orquestación de los acontecimientos funciona en nuestra vida de la siguiente manera: si hemos sufrido y en la mente y el cuerpo conservamos este sufrimiento y lo expresamos con nuestros pensamientos y sentimientos, estamos enviando esta huella energética al campo cuántico. La inteligencia universal nos responde enviando a nuestra vida otro evento que reproducirá la misma respuesta intelectual y emocional. Nuestros pensamientos envían la señal (Estoy sufriendo), y nuestras emociones (Estoy sufriendo) atraen en nuestra vida una situación que coincide con esta frecuencia emocional, es decir, una buena razón para sufrir. La pregunta esencial de este libro es: ¿Por qué no enviamos una señal que produzca un resultado positivo? ¿Cómo podemos cambiar para que la señal que enviamos coincida con lo que queremos crear en nuestra vida? ¿Cambiaremos cuando nos comprometamos plenamente a creer que al elegir el pensamiento/señal que enviamos produciremos un efecto perceptible e inesperado? Pide una respuesta cuánticaCuando crees algo, pídele una señal a la conciencia cuántica con la que has contactado. Atrévete a pedirle que en tu vida ocurran sincronicidades en cuanto a los resultados que deseas. Así estás siendo lo bastante audaz como para querer saber que esta conciencia es real y que es consciente de tus esfuerzos. En cuanto lo aceptas, puedes crear en un estado de felicidad e inspiración. La física cuántica es un «sinsentido» El cuanto es una realidad multidimensional que existe más allá de nuestros sentidos, en el reino de lo sin cuerpo, sin espacio, sin tiempo. Para entrar en esta esfera y crear algo desde este paradigma, debes olvidarte del cuerpo durante un rato. También debes dejar de fijarte en el mundo exterior, en todas las cosas con las que te identificas en tu vida. Tu pareja, tus hijos, tus bienes y tus problemas forman parte de esta identidad tuya, a través de todo ello te identificas con el mundo exterior. Y en último lugar, debes olvidarte del tiempo lineal. Es decir, en cuanto observes una posible experiencia futura, tienes que estar tan presente que tu mente ya no piense en los recuerdos del pasado ni en las expectativas de tu «rutina» futura. En el campo cuántico, las posibilidades infinitas para materializar una realidad existen más allá del tiempo y el espacio porque una realidad potencial aún no existe. Si no existe, no ocupa un lugar en el espacio ni una posición en el tiempo. Cualquier cosa sin una existencia material —si sus ondas de posibilidad no se han colapsado en una realidad de partícula— existe más allá del espacio y el tiempo. Como el campo cuántico no es más que probabilidades inmateriales, está más allá del espacio y el tiempo. Pero en cuanto observamos una de estas posibilidades infinitas y la materializamos en nuestra realidad, adquiere estas dos características. Para entrar en el campo, entra en un estado parecido ¡Fenomenal! Tenemos el poder de materializar una realidad elegida seleccionándola del campo cuántico. Pero es necesario entrar de algún modo en él. Siempre estamos conectados al campo cuántico, pero ¿cómo podemos hacer que nos responda? Si estamos siempre irradiando energía y enviando, por lo tanto, información al campo y recibiendo la suya. Cambia tu mente, cambia tu vida ¿Y si lograras cambiar tu mente, tus pensamientos y tus sentimientos, y tu forma de ser, más allá de los límites del espacio y el tiempo? ¿Y si pudieras cambiar adelantándote al tiempo y viendo los efectos de estos cambios «interiores» en el mundo «exterior»? Puedes lograrlo. Piensa en ello un momento. ¿Qué oportunidades están esperando encontrarte? ¿Quién estás siendo en este momento... y en cualquier otro? ¿Tu estado del ser actual atraerá todo lo que deseas? ¿Puedes cambiar tu estado del ser? Y en cuanto habites una nueva mente, ¿puedes contemplar un nuevo destino?
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