Cada vez que se presenta el tema de la venida del Señor, las Escrituras nos animan a estar atentos y expectantes. Esta parábola es
un definido recordatorio de que mientras esperamos, debemos estar preparados para ese día trabajando fielmente para el Maestro. Las dos parábolas anteriores mostraron que la expectativa debe ser modulada con la paciencia. Esta otra parábola nos recuerda que, ya sea que Cristo regrese temprano o tarde, Él debe encontrarnos ocupados en su servicio.
Esta parábola completa el triple equilibrio necesario: velar, esperar y trabajar.