Cuando Calexico nació en los 90 la mirada hacia
Latinoamérica desde Estados Unidos era muy diferente a la de ahora, cuando asistimos a una vorágine de “latinización”
del mainstream. Entonces eran pocos los que, como ellos, mezclaban universos
como la americana y el indie rock junto a las cumbias, la cultura mariachi o la
tradición cubana. Por tanto, pocos pueden alardear de llevar ya tres
décadas apostando por lo que hoy se volvió tendencia.
Pero resulta que Calexico no necesita apuntarse a
ninguna moda. Su décimo disco es,
ciertamente, uno de los más latinos de su carrera (no sólo por la mezcla de
inglés y español en las canciones sino por su propio esqueleto sonoro), pero
esa decisión es ajena a la industria. El combo liderado por Joey Burns y
John Convertino siempre ha funcionado por sensaciones, sus canciones se
construyen como si fueran jams guiadas por el instinto.
Y así es como (con la ayuda de colaboradores
habituales como el español Jairo Zavala de Depedro y el estadounidense Sam Bean
de Iron & Wine, además de la guatemalteca Gaby Moreno) han ido construyendo,
en su regreso a Tucson -la ciudad fronteriza emblema de Calexico de la que se
mudaron recientemente y a la que volvieron en el verano de 2021 para reunirse
de nuevo a grabar tras lo peor de la pandemia- un álbum con el que reivindican
un concepto integrador de América y celebran su diversidad a través de un
festín sonoro.
Calexico estará de gira este verano por
España con paradas en Barcelona (20 de julio, en la Sala Apolo,
dentro del muy recomendable ciclo Piñata), San
Sebastián (21 de julio, Kursaal) y Madrid (22 de julio, Noches del Botánico).
José Fajardo