¿Quién más interesado en nuestra edificación personal que Dios mismo? ¿Quién más atento a exhortarnos que Dios?

La prioridad debe ser edificar a la iglesia (al prójimo) y edificarse a uno mismo. Y delante del ejercicio del don debe estar el amor de Dios.

En medio de este contexto de activismo sin amor en la obra de Dios, el apóstol Pablo insiste en un tema central: el amor vale más que cualquier don espiritual.

Dios es quién otorga los dones y asigna las funciones. Él tiene un plan perfecto, no sólo para la iglesia como un todo, sino también para cada congregación local.

Pablo intentó restaurar el orden haciéndoles recordar a los corintios que Dios había hecho una diferencia entre los hombres y las mujeres, teniendo cada uno de ellos un lugar adecuado en la economía de Dios.

Una invitación puede cambiar tu vida... y el Domingo de Pascua es una prueba viviente de que si aceptas la invitación correcta, no solo cambiará tu vida aquí, sino tu destino eterno.

En este mensaje vamos a ver desde la mesa donde Jesús explicó a sus discípulos usando los elementos de la Pascua lo que sucedería al día siguiente: Su crucifixión y muerte.

Podemos, y deberíamos, aprender del error de Israel en el desierto. ¿Cómo falló Israel?

Ellos fallaron en que no pudieron decir “no” a sus deseos, así que nosotros no debemos codiciar cosas malas, como ellos codiciaron. 

Vamos hablar del propósito del matrimonio, Pablo demuestra que este fue instituido para satisfacer las necesidades del cónyuge, afirma que es cosa seria y que normalmente requiere mucho esfuerzo. Cuando alguien se casa, empieza la lucha más difícil de toda la vida.

Había pecado en la iglesia y, lamentablemente, todos lo sabían. Pero parecía ser que nadie quería hacer nada con respecto a ello.