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La casa de Cande estaba rodeada por colinas repletas de choyas y varas de sangrengado, era común ver cachoras, víboras y gatos monteses circulando libremente entre los arbustos mientras trazábamos carreteras en el corral para que pasaran los tonkas amarillos de lámina que usábamos para construir nuestra ciudad de juguete.
La casa de Cande estaba rodeada por colinas repletas de choyas y varas de sangrengado, era común ver cachoras, víboras y gatos monteses circulando libremente entre los arbustos mientras trazábamos carreteras en el corral para que pasaran los tonkas amarillos de lámina que usábamos para construir nuestra ciudad de juguete.