Creo que son 40 años componiendo. Y nunca, nunca, he logrado saber con certeza el qué pone en marcha el mecanismo que sumerge al cerebro en tamaña actividad creadora. Los cínicos y descreídos dirán que se trata de simple química; los que creen, entre los que me incluyo, que existe algo más que la carne y los gusanos, piensan en la magia del espíritu, la belleza de un atardecer y las cosas que nos alejan de los monos.

Hay quien piensa en el sentido de la vida y que ello es suficiente como para alumbrar una canción. Este es precisamente el caso del tema que podéis escuchar aquí y que acabamos de grabar. Lo compuse pensando en mi padre y en que su paso por el mundo no ha sido un asunto sin un poderoso significado. El jamás tocó un instrumento, ni supo hacer música. Pero sí me puso a mí en el camino correcto de la sensibilidad literaria y, por ende, de la creación artística. El respeto a todo talento y las ganas por emular y aprender de los que saben.

Mi padre, hoy, descansa en un bello rincón de la Llanura que se asoma al profundo surco del ´ Júcar. Un lugar sencillo expuesto a los vientos y a los atardeceres lentos y rojos de la Meseta. Donde los cielos brillan de escarcha en el invierno y se cubren de polvo amarillo en los veranos incendiarios. Siempre en el viento, siempre mirando hacia el río y su fiero discurrir entre peñas y laderas.

PERSONAL

JFC- GUITARRAS ELÉCTRICAS, VOZ Y COROS; PROGRAMACIONES E INGENIERIA

LUÍS PINÓS- GUITARRA ACÚSTICA, COROS

MANOLO CALOMARDE- FLAUTA Y PERCUSIÓN

FCO. GONZÁLEZ (ZAPA)- BAJO

SEBASTIÁN TOLOSA- BATERÍA Y PERCUSIÓN