No exagero cuando digo lo que siento, aunque mis ideas y sentimientos corran contra el viento. Lo que siento no es bueno ni malo, simplemente es una proyección de lo que mi cuerpo siente y percibe, de mis experiencias e historia de vida. Por eso no es más ni menos que las de la sociedad, porque de ahí surgen los cambios que nadie percibe como "importantes", sino como exagerados.