En esta entrega de Las largas noches, os invito a hacer algo que casi nadie se permite: parar.
Durante una hora, el programa se adentra en la ciencia y el arte de la calma, desmontando la falsa idea de que descansar es perder el tiempo.
Entre respiraciones lentas, pensamientos que se disuelven y un monólogo que roza lo poético, el oyente encuentra un refugio sencillo: su propio cuerpo.
Un viaje sonoro hacia ese silencio que no está fuera, sino debajo de la piel.