Más allá de ser una mujer productiva, exitosa, con una belleza exuberante; el verdadero brillo es el que se desprende de la fortaleza interior, de las ganas de luchar, sobreponerse a la tempestad y construir castillos con ella. Sólo desde el silencio de las victorias en las batallas internas es dónde el alma se transforma cada vez más en una inolvidablemente imperfecta.