En este capítulo, nos asomamos al momento en que la vida de Naty dependía de una decisión médica urgente: practicarle un “burr hole”. Mientras afuera rondaban los buitres y adentro desaparecía la estampita, también salían a la superficie los mecanismos de control que aprendimos para sobrevivir. Este episodio nos confronta con la vulnerabilidad más cruda y la fe más íntima. Porque a veces, sostenernos no es resistir… es entregarnos.