Miramos el mundo según los sentimientos y creencias que llevamos dentro. Así, entendemos, que todo juicio al exterior es una confesión de heridas viejas y traumas sin sanar. La vida es dura, miserable, cálida, hermosa o fría de acuerdo al cristal con que se mira. Refleja belleza y trabaja en tu interior, de allí partirá el resplandor.