Hay momentos en los que el alma parece encogerse. El pecho se aprieta, los pensamientos se agitan como olas en tormenta, y el mundo, aunque sigue girando, se vuelve borroso. La ansiedad llega sin pedir permiso. A veces disfrazada de preocupación, otras de miedo, otras simplemente como un nudo que no sabemos cómo desatar.
Tu amigo Israel Meza, que Dios te bendiga siempre y recibe un fuerte abrazo.