Si hay un animal que puede presumir de llevar la casa a cuestas sin preocuparse por los alquileres, ese es el caracol. Estos pequeños seres, que habitan en casi todos los rincones del mundo, son maestros del minimalismo y han sabido ganarse un lugar especial en la gastronomía.

Los caracoles forman parte de la familia de los moluscos, esa gran reunión de criaturas acuáticas y terrestres que incluye desde las majestuosas sepias hasta los humildes bivalvos. Históricamente, los caracoles también han tenido su momento de protagonismo. En la Antigua Roma, por ejemplo, eran un manjar codiciado. Y hablando de historias curiosas, ¿sabías que los caracoles han inspirado hasta teorías filosóficas? El espiral perfecto de su concha ha sido objeto de estudio para matemáticos y amantes de la geometría áurea. Así que, además de ser lentos y babosos, dieron lecciones de diseño.

En la cocina, los caracoles son verdaderos embajadores de la diversidad culinaria. Desde los famosos escargots franceses, nadando en mantequilla de ajo, hasta los tradicionales caracoles a la andaluza, tienen un repertorio que conquista a los paladares más aventureros. Ricos en proteínas, bajos en grasas y llenos de minerales esenciales… Se han merecido, por derecho propio, protagonizar el programa semanal de Totus Pódcast.

Si te pica la curiosidad, en el programa exploramos más datos curiosos sobre nuestros lentos y pacientes amigos. Además, compartimos una receta deliciosa y sencilla para quienes quieran darles un lugar especial en su mesa. Aunque, si prefieres dejar a los caracoles tranquilos en el jardín, tampoco te lo vamos a reprochar (a nosotros no nos gusta comer caracoles).