Siglos atrás, muchos cristianos podían sin mayores sobresaltos armonizar la idea de un Dios severo, vengativo y castigador con la de un Padre bueno.
Seguir considerando a ese Padre misericordioso que nos muestra el Jesús con los evangelios, con una deidad que es también gestora de sufrimiento y violencia, ha provocado que muchos pensadores intenten encontrar un camino dentro de historias y textos bíblicos complejos, que pueda ayudarnos en no caer en una contradicción.