Un torrente de fresca satisfacción emanó de su cuerpo mientras, con el rabillo del ojo, observó a la hija de Cuarto Tío, Jinju, que se encontraba de pie a no más de tres pasos de él. En cuanto Zhang Kou agarre su erhu para recitar el primer verso de su balada, la cogeré de la mano y se la apretaré, le apretaré hasta el último dedo. Ese rostro, redondo como un girasol de pétalos dorados, me ha roto el corazón. Incluso sus orejas son doradas. Tal vez no sea muy alta, pero es fuerte como la cría de un buey. No puedo esperar más tiempo, puesto que ya ha cumplido los veinte. El calor que emana de su cuerpo me está quemando.