La efervescencia de la música colombiana hoy día no se puede comprender sin encuentros como el que aquí nos ocupa. Sucedió en 2014 en Bogotá, en el icónico club Matik Matik. La colaboración entre Carmelo Torres -músico del Caribe colombiano que ha seguido la escuela del maestro Andrés Landero, pionero en sustituir las gaitas por el acordeón dentro de la cumbia- y el colectivo Los Toscos -a quien más tarde se unieron los embajadores de la escena alternativa bogotana Pedro Ojeda y Mario Galeano, además del inventor de la rasqa Edson Velandia- cristalizó en un disco a finales de 2015. El sello indie estadounidense San Saba Records recupera ahora aquella grabación ya legendaria que cruza dos universos aparentemente ajenos, como son la tradición campesina y la modernidad capitalina. Esta música no se hace en ninguna otra parte del mundo más que en Colombia.