El Evangelio habla de las semillas, de la lluvia que las riega y de la libertad que les permite dar fruto; estos temas, en medio de este confinamiento, pueden ser extraños o lejanos, pero valen la pena para quien quiere aprender algo que beneficie la vida. Cuando el ser humano presta oído a Dios, revelado en Jesús, supera con facilidad el egoísmo, los sometimientos, los vicios y así logra ser verdadero cristiano. Es necesario indicar que la libertad del hombre no siempre está dirigida por esta actitud de escucha, de ahí que exista la ambición, el fracaso, la injusticia y la tristeza que nos impiden ver el deseo, el proyecto y el querer para el cual hemos sido creados. Aun así, el Señor no es imposición, siempre deja la última palabra a nuestra libertad.