Un grave problema que genera muchas muertes o afecta vidas de manera permanente es la imprudencia. La imprudencia es: falta de madurez, un estado de "inconsciencia", falta de amor propio, y falta de respeto a los demás. Es un acto de necedad, de orgullo, y egoísmo al pensar que "soy más importante que los demás".
Si hay algo que claro que todo cristiano debe entender, es que todo acto en la vida tiene y trae consecuencias (positivas y negativas). Puede ser consciente o inconscientemente, pero las consecuencias, no tan sólo nos afectan a nosotros (quiénes tomamos las decisiones), si no también afectan a quiénes tenemos a nuestro lado: Pueden ser tu familia, tus hermano(as) de fe, pueden ser tus líderes o pastores, pueden ser tus compañeros de trabajo, tus vecinos, o aún los que se encuentren cerca tuyo en el momento de la decisión. Y sobre esto, hay consecuencias que pueden repararse, pero hay muchas otras que son irreparables.
La Biblia dice; "¡Solo los simplones creen todo lo que se les dice! Los prudentes examinan cuidadosamente sus pasos. Los sabios son precavidos y evitan el peligro; los necios, confiados en sí mismos, se precipitan con imprudencia" (Proverbios 14:15-16, NTV)