Hay voces como ceibas que, con sólo dejarse escuchar, son Cuba en cualquier rincón del planeta. Celia Cruz es una de ellas. Una mujer con voz de ceiba frondosa y altura de palma. Más cubana, imposible.
Y es que hay en la majestuosa altura de las palmas una esencia poderosa, la de contemplar desde lo alto todo lo que el implacable tiempo se lleva, incluídos a quienes no la honran ni la merecen.
Asomándonos a su centenario, es un gusto volver a la hondura de su huella universal. Nacida en La Habana el 21 de octubre de 1925, con mucho sentimiento y verdad, representando lo más genuino de nuestra cultura en todos los escenarios posibles, completó una de las trayectorias artísticas más luminosas de la música popular cubana.
Parte de su inmenso legado sonoro nos acompaña hoy, así como las valiosas palabras de la investigadora y escritora Rosa Marquetti.
Con dos magníficos trabajos: "Celia Cruz en Cuba, 1925-1962" y, más recientemente, "Celia en el mundo", Rosa ha recorrido minuciosamente la obra de vida de "La Guarachera de Cuba", reafirmando la solidez de su carrera artística y, al mismo tiempo, develandonos la humanidad de una mujer de legado universal.
Celia ya era una leyenda de la MPC a comienzos de los años 60. Durante la década anterior había conquistado los más variados escenarios junto al conjunto "Sonora Matancera" y otras agrupaciones de importancia.
Ya en los primeros 70 comenzó a ser una de las figuras más visibles de la llamada "salsa". Con su voz clara y potente, gracia y sabor únicos, continuó defendiendo los más raigales géneros de su tierra: la guaracha, el guaguancó, el son montuno, la conga y el bolero que, entre muchos otros, y a la par de otros ritmos del Caribe y Latinoamérica, encontraron siempre en el poderío de su voz abrigo inigualable.
Dos temas cruciales en la discografia de Celia de comienzos de la década de los 80, resonando con su pensamiento democrático y progresista. Del cubano Titi Soto: "Latinos en Estados Unidos" y del boricua Tite Cure: "Isadora Duncan".
Unos minutos en tiempo de bolero. Celia Cruz, con la complicidad de Pete Conde Rodríguez y Cheo Feliciano, nos devuelve : "Preferí perderte" de Ángel Lores, y "Encantado de la vida" , de Justi Barreto. "Vieja Luna" y "No me hables de amor" de los pianistas Orlando de la Rosa y Ñico Cevedo.
Como una autentica diosa, a cien años de su natalicio, Celia Cruz repite la proeza de cantar cada día mejor.
"La Guarachera de Cuba", la "Reina Rumba", o "La Reina de la Salsa" fueron títulos que espontáneamente le concedió el público de todas las latitudes. El mismo al que cautivó en cada una de sus presentaciones, entregando alma y corazón al conjuro del más dulce, vibrante y encendido grito de batalla: "Azúcar...."
El guitarrista, arreglista y compositor Pavel Urkiza nos acerca un formidable homenaje a Celia: "La bandera que canta".