En la historia del leproso Naamán podemos ver muchos principios relacionados con el movimiento misionero, desde la preocupación humanitaria que se extiende más allá de uno mismo y del propio pueblo, hasta la labor espiritual que puede llevarse a cabo gracias a esa preocupación. Por eso, aunque siempre vamos al libro de los Hechos para estudiar el origen del movimiento misionero, vale la pena examinar esta historia como un ejemplo muy antiguo de la mentalidad misionera de Dios.
2 Reyes 5:1-19