Hace ya tiempo que una
nueva cumbia resuena en Colombia. Tras la explosión de una
contagiosa corriente electrónica (bautizada como electro cumbia) hace más de
una década (circa la irrupción de Bomba Estéreo con
‘Fuego’ en 2008) y su posterior salto al mainstream indie global, ahora han
comenzado a aparecer propuestas que trasladan esa escena a otros universos, en
especial, el de la psicodelia. Dentro de este nuevo circuito, que podríamos
bautizar como de cumbias ácidas, el productor bogotano Cerrero
ejerce como agitador, cabeza pensante y nexo entre las distintas
regiones de un país tan diverso como fascinante.
Diego Gómez (el hombre detrás de Cerrero) es, al mismo
tiempo, capo del sello
Llorona Records (donde integra con finísimo olfato a formaciones
legendarias del Caribe como Los Gaiteros de San Jacinto con las nuevas
estrellas periféricas de un país al que le cuesta mirar más allá de la capital,
como el
isleño Elkin Robinson) y del laboratorio creativo recién estrenado Discos
Pacífico (una herramienta con fondos de la cooperación internacional
para redescubrir la riqueza musical de la costa pacífica colombiana). En su
faceta como productor mezcla con virguería esos dos universos -la tradición y
la modernidad- a través de alianzas junto a Mitú, Nicola Cruz o Los Gaiteros de Ovejas.
En el caso que nos ocupa, este EP de cuatro temas
recién salido del siempre apetecible horno de Llorona Records, propone un
diálogo junto a El León Pardo, quien precisamente debutó en 2018 con el álbum
‘Cumbia ácida’. Son canciones río que llevan al que escucha por un torrente de
sonidos, de percusiones que invitan al baile y atmósferas ideales para
abandonarse a un estado de trance. Esta es la música que representa ahora mismo
a Colombia, un país que quiere mirar al futuro y abrirse al exterior pero que
reconoce la herencia de leyendas autóctonas como Abelardo Carbonó, Etelvina
Maldonado y Son Palenque.
José Fajardo