Se puede hacer música de baile en pijama, recién
levantada de la cama, con las legañas y la voz que le falta un café. Una
especie de reggaetón lo-fi, para perrear en pantuflas,
pero que a la vez nos traslade a un universo vaporoso, ácido, nocturno. Al
menos es la interpretación absolutamente subjetiva y nada vinculante que hago
del sexto álbum de Chiquita Magic.
“Mexico Sexi Time” es un clima en sí mismo, pero también
un trabajo que se antoja revolucionario y que adivina las derivas que las
músicas latinas de baile (no solo reggaetón: también cumbia, funk, músicas
negras) están cogiendo en los últimos años. Al menos, en el caso
del sexto trabajo de la artista colombiana residente en Canadá, hay un
minimalismo y una economía de medios que se lleva a un límite que, si bien en
algunos momentos puede sonar monocorde, la propia artista se encarga de sacudir
para encontrar otros espacios que habitar.
Un sintetizador microtonal, una caja de ritmos y una voz
que parece venir, a la vez, del vaporwave, el dream pop y la música coral. Con
esos elementos, y trabajando especialmente el bucle,
Chiquita Magic consigue crear desde armonías vocales que resuenan como una
orquesta desde la pecera (“A tu lado (up)” y “A tu lado (down)”) a la vez que
propone una deconstrucción del reggaetón de baja fidelidad (“Ganas de bailar”),
se acerca al registro synth-dark de Molly Nilsson desde una diáspora latin-house
(“Monday Mexico”) o al de una Juana Molina que imita a Robert De Niro en “Taxi
Driver” (“Let Me Hab-it”), propone un jazz cósmico y electrónico, casi
neo-spinetteano (“Burgundy”) o se inventa un perreo urban-funk amorfo y sexy a
la vez (“Keep Me Fresh”). Una fantasía, oye.
Alan Queipo.